
Nobody (Él-Ella)
Instalación, 2001. Hologramas, hierro y cristal. 200 x 100 x 50 cm
La instalación va acompañada de unas frases escritas en la pared: ¿Nadie dice nada? / ¿Nadie es Nadie? / ¿Quién es Alguien? / ¿Es Alguien Ninguno? / ¿Es Nadie Ninguno? / ¿Es Ninguno Alguien? / ¿Quién es Nadie? / ¿Ninguno dice nada / ¿Quién es Ninguno?
Al mirar un holograma el observador y lo observado están en continuo movimiento. “…Es importante resaltar que el movimiento no sólo significa moción de un objeto a través del espacio, sino órdenes de cambio, desarrollo y evolución de cualquier tipo.” D. Bohm.
Quizá este movimiento conduce al hombre hacia una realidad imprevisible, en continuo cambio que da lugar a nuevas realidades cambiantes. Un material que representa de forma transparente nuestras realidades cambiantes es el holograma. En un holograma el objeto entero o imagen está contenido en cada una de sus partes, de forma que si se rompe en cada trozo estaría contenido dicho objeto o imagen y aunque cada uno de esos trozos contiene toda la imagen también contiene una realidad cambiante, en movimiento, –la realidad y su reflejo–.
Estas siluetas de ella y él, se presentan al igual que los libros con estructura de díptico. Vuelta a la dualidad, una referencia constante en la obra de Buitrago. Dualidad entre lo masculino y lo femenino, entre lo uno y lo múltiple, entre alguien y nadie, entre lo lleno y lo vacio.
Somos una silueta que desplaza todo su volumen en el espacio, pero también somos múltiples individuos fragmentados. Sólo la lectura completa de todos los fragmentos que contienen a su vez las características de las figuras completas, dota de todo el sentido a una silueta anónima, en la que nos podemos reconocer. Pero se desprende cierta melancolía al comprender que puede ser nuestro retrato o el de cualquier otro. (Carmen Dalmau, 2006)

Tal vez nadie
Video-proyección, 2012
Tal vez nadie explora la idea de la identidad, de nuestras identidades cambiantes. De esa identidad ‘globalizada’, uniforme, de cómo el sistema reinventa nuestra realidad e incluso desvanece nuestras identidades. De en qué medida la diferencia puede proceder de la identidad o de la identidad no como mera uniformidad sino como diferencia. (Espacio B. Madrid)